¿Qué dirán ahora los dueños eternos del viejo prejuicio? ¿De qué tildarán ahora a Estudiantes los mismos que, en diciembre, vendieron la bandera argentina por la lucha ideológica y festejaron la victoria de Barsa? ¿Qué inventarán de este equipo que tiene el circuito ofensivo con mejor pie del país? Ahí están, ahí lo ven. Pero esto no es nuevo: hace rato que Estudiantes juega bien, hace tiempo que cuida la pelota como pocos, hace varias temporadas que es profundo y vistoso, hace bastante más que la gente aplaude todo esto y hace menos que, incluso, no defiende bien.
Ayer, ese fútbol que propone, ese cambio de ritmo que Arsenal tuvo que parar con faltas, lo expuso. Y ahí apareció Orión, una presencia necesaria. Si puede recuperar la solidez que tuvo en la Copa, estaremos ante un equipazo, mucho más del que ya es.
Por último, un dato: del 2006 para acá, Estudiantes tuvo siete debuts con triunfos sobre nueve. Ayer ratificó esa tendencia. Ahora, el clásico espera. Pero al poner a Verón en cancha con cuatro amarillas, el mensaje de Sabella fue claro: no hay un solo partido. Son todos. Ah, está claro que Boselli no se puede ir.
Como disfruto verte. Sos mi enfermedad
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